Viernes 31 de Octubre de 2008
Mundo/19
Crónica
Eduardo Méndez Sánchez
PAMPLONA, ESPAÑA
Ni un trueno, ni un terremoto. El estruendoso sonido que, a las 11:00 am, hizo brincar de sus puestos a los 16 alumnos del aula de posgrado de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra fue un carro bomba que estalló a 50 metros.
Sólo Marc Prats, que vivió en sus años de pregrado el que hasta ayer era el último atentado contra la Universidad de Navarra, en 2002, se apresuró a advertir: "¡Una bomba!", y les hizo tocar piso a sus compañeros, incluso al profesor. Inmediatamente después comenzaron a sonar las sirenas.
No faltó el llamado a la calma. El humo negro comenzó a verse a través de la ventana enrejada y la prudencia se hizo trizas cuando un alumno se apoyó en la puerta del salón gritando: "¡Desalojen el edificio cuanto antes!".
El control de las puertas automáticas fue desactivado. La salida era un embudo de estudiantes y profesores desesperados. Cinco grados centígrados, un cielo encapotado y lluvia era lo que les esperaba afuera. Algunos estaban tan desconcertados que tenían su paraguas cerrado en la mano; en la intemperie sólo miraban fijamente el humo.
Aún no había cifras oficiales de víctimas, pero estaba claro que las llamas arrasaban un ala del edificio central, el más antiguo de todos. Pocos descartaban que no hubiese muertos, pues el fuego se extendía por una zona muy concurrida de la institución.
Media hora después, aún no se hablaba de atentado terrorista, sino de evacuar cuanto antes la universidad. Bastó que en el éxodo hacia la calle Iturrama un profesor recordase: "Hace dos días arrestaron a un par de etarras aquí en Navarra", para que las mentes de quienes lo escucharon empezaran a repetir el nombre del grupo separatista vasco. Good night, and good luck.
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1 comentario:
Estimado Eduardo, desde Venezuela te mando un gran abrazo y te felicito por tu relato en la Universidad de Navarra.
Arly
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